Es la más importante complicación de los trasplantes de células en la actualidad, y ocurre después de un trasplante de médula ósea, donde el elemento trasplantado ataca el cuerpo de su receptor.
La causa principal de esta alteración es que las diferencias entre la médula del donante y los tejidos del paciente hacen que las células T (es una clase de glóbulos blancos) de la médula donada registren los tejidos corporales del receptor como extraños, con lo que la médula trasplantada reacciona atacando el cuerpo del paciente.
Como existe dos tipos de Enfermedad Injerto contra Huésped, aguda y crónica, los síntomas varían. Por ejemplo, en la primera encontramos:
- Ictericia.
- Erupción cutánea.
- Pérdida de peso.
- Dolor o cólicos abdominales.
- Diarrea.
Por otro lado, en la EICH (abreviación utilizada del nombre de la enfermedad) crónica están:
- Hepatitis.
- Trastornos pulmonares y del tubo digestivo.
- Resequedad en ojos y boca.
- Pérdida del cabello.
Asimismo, hay diversas formas de detectarlo, aunque depende de los síntomas de la persona.
- Biopsia del hígado (si hay problemas hepáticos).
- Radiografía de los pulmones.
- Biopsia de piel.
- Endoscopia gastrointestinal con o sin una biopsia.
- Pruebas de la función hepática.
Sin embargo, hay tratamientos que pueden mitigar sus efectos. Por ejemplo, los fármacos más utilizados en ellos son el metotrexato y ciclosporina, solos o combinando ambos.